Son las cinco de la madrugada y envuelto entre sábanas de franela y edredones, el sueño hace una leve parada, ya que desde la calle llega el eco del estribillo de un viejo villancico que nos devuelve a la cálida época de la infancia.
“ Campanitas que vais repicando, Navidad vais alegra cantado, hoy me llegan los dulces recuerdos del hogar bendito donde me crié “, el viejo villancico que llega acompañado de guitarras, panderos y acordeones, nos trae en la fría madrugada de la villa de Agaete, el sabor de la tradición navideña, que gracias a los Luceros de la Madrugada, perdura viva en el tiempo.
Desde el pasado fin de semana, y hasta el día de Noche Buena, las rondas de la Navidad en la madrugada, llenan las desiertas calles de Agaete del dulce sonido de los villancicos que iluminan las últimas horas de la oscuridad en el pueblo.
El paso de Los Luceros de la Madrugada, siempre fiel a la tradición, provoca un cálido desvelo que llena el corazón de alegría, aunque ya a estas alturas de la vida, la voluntad de levantarse, ponerse algo de abrigo y acompañar al grupo en su recorrido diario por la villa, sea más bien escasa, y el deseo momentáneo de revivir momentos únicos de la infancia, adolescencia y juventud, es rápidamente apagado, por la deliciosa temperatura de la cama.
Mientras Los Luceros continúan con su sonora ronda, las campanas de la iglesia de La Concepción comienzan a anunciar la celebración de la Misa de La Luz, y un inusual ajetreo antes de la llegada del Alba, se apodera de los hogares, y lentamente la vecindad desafía al frío, para asistir a la madrugadora liturgia.
Desde la distancia, casi apagados en el silencio de la noche, se escucha a los cantores entonando “ por el camino que lleva a Belén”, y el sueño regresa al cuerpo que se acurruca entre las sábanas, saboreando ese trocito de Navidad, que recorre cada madrugada las calles de Agaete. Infonortedigital http://www.infonortedigital.com/index.php?id=26821&seccion=17 | 19 de Diciembre de 2006
Luceros de la Madrugada.
y el sueño regresa al cuerpo que se acurruca entre las sábanas, saboreando ese trocito de Navidad, que recorre cada madrugada las calles de Agaete. |
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