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LO DIVINO

Por/Julio Torres Santos
El 8 de diciembre ha marcado siempre el punto de partida de las celebraciones de la Navidad lagunera. En esta fecha no sólo se comenzaba a elaborar los pasteles, sino que las parrandas, tandas o rancho de Los Divinos, iniciaban sus actividades. Ya las hemos mencionado en el capítulo anterior, pero constituyen una tradición tan arraigada y tan vinculada a otros eventos laguneros que hemos creído oportuno y necesario profundizar y recopilar más información sobre ellas.
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“Los Divinos”  son agrupaciones compuestas de diversos instrumentos, en las que no faltan guitarras, bandurrias, timples, panderetas, triángulos y castañuelas  que, tradicionalmente, el día de la Inmaculada Concepción comienzan a recorrer las calles cantando villancicos, como anuncio de que ya es Navidad.

Actualmente son agrupaciones mixtas, pero en sus inicios las integraban sólo hombres de campo -entre cuyas rudas voces se entremezclaban las agudas notas de alguna voz infantil-, que tras la faena de la jornada se reunían para entonar sus canciones gentiles e ingenuas, entre las que no faltaba la despedida en la que se hacía la petición franca y cordial de aguinaldo:

    “Dame una limosna
    si la quieres dar,
    que la noche es larga
    y hay mucho que andar”


Si bien esta estrofa solicita un aguinaldo voluntario, existen otras que denotan la presión de una denotada extorsión, siempre con la intención de dañar, que se efectuaba cuando la primera despedida, más sutil, no surtía efecto o el donativo era considerado insuficiente. Carlos García  recoge un ejemplo patente de esta práctica:

Sabes que tu padre
está en la otra vida
“pa” mi gusto está
en las llamas vivas.


En ocasiones no se trataba de una segunda despedida, sino de reprobar a los moradores que no recibieran a la parranda.

Junto a este carácter coactivo, la solicitud de aguinaldo ostentó en ocasiones, otra vertiente de naturaleza más satírica, como recoge José Olivera en 1859 :

En estos días ha circulado en este pueblo, por vía de aguinaldos, algunas composiciones satíricas manuscritas, imitando las capilladas del célebre Fray Gerundio y su lego Tirabeque. Y como las he encontrado algo insulsas, porque sólo se han reducido ha poner en ridículo a nuestra autoridad local, Sr. Martel , aunque deban mirarse como armas prohibidas, sin embargo son útiles algunas veces, porque contienen los abusos de la autoridad y las pasiones de los hombres que la ley no alcanza a castigar, yo he querido remontarme a regiones más elevadas, adoptando el mismo recurso y hasta el mismo tema y he compuesto otra sátira, en que Tirabeque le dice a Fray Gerundio que soñaba con que se hallaba en aquellas islas que hay allá, junto al cabo de Hornos, donde fue gobernador el asistente que fue de su amigo el coronel... aquél que de muchacho anduvo conmigo en la escuela. Decía, pues, que soñaba con aquellas islas, que se llamaban las Canaras. Fray Gerundio le contesta: Las Canarias, querrás decir y no que estén junto al cabo de Hornos, sino aquí frente al cabo de Bojador.
Parranda infantil Orfeón La Paz 1970
Parranda infantil Orfeón La Paz 1970


Tirabeque.- Eso es, señor, las Canarias, y en cuanto a su situación, si miento es por boca de otros, porque a  personas muy entendidas le he oído decir que están allá en la América, cerca del cabo de Hornos y que una de ellas fue la isla del Fuego.

Fray Gerundio.- Es que los antiguos llamaban a Tenerife la isla del Fuego y cerca del cabo de Hornos lo que está es la Tierra del Fuego, que no es lo mismo.”

Si bien el pernicioso vicio de solicitar aguinaldo llevó a las autoridades  municipales a prohibir esta práctica, según recogen las ordenanzas municipales de principios del siglo XX , en años posteriores a 1908 la recaudación, al menos en el casco de La Laguna, tuvo como único fin financiar los fuegos de “la entrada” en las fiestas del Santísimo Cristo.

En La Laguna todavía hoy se recuerdan los cánticos de Los Divinos apostados frente a determinadas casas de la “Villa de arriba” y “Villa de abajo”. Cuando, en el silencio de la noche su música comenzaba a oírse a lo lejos, todo el mundo acudía a las cristaleras de los balcones o ventanas. Llegaban en riguroso silencio, dándose las órdenes precisas en voz baja, avanzando, como si de una  tropa de fantasmas se tratara. De pronto, en la quietud de la noche, hacían vibrar las voces y resonar los instrumentos a un tiempo, en bulliciosa algarabía. Cuando sonaba el acorde final, con estruendo rotundo de panderos y prolongado repiquetear de chácaras y hueseras, las puertas de la casa se abrían para ofrecer a Los Divinos bandejas de rosquetes y truchas, y botellas de vino nuevo y claro. Luego “echaban la despedida”, para reiniciar su deambular por las calles laguneras y entonar en otra casa sus villancicos, isas, folías y malagueñas. Y así hasta que, al filo de las once, dos horas después del toque de ánimas, se retiraban. No en vano, en la tarjeta de presentación de Los Divinos, el poeta anónimo decía:

“Como trovadores de historia sentida
hoy vamos cantando de hogar en hogar...”  



Emparentados con los “Ranchos de Ánimas” y derivados de los “Ranchos de Pascuas”, la denominación de Los Divinos ha generado alguna que otra controversia. Rafael Hardisson -que firmaba como “Amaro Lefranc”- sostuvo que debían denominarse “Lo Divino”, pues sus integrantes no son “divinos”, sino que es “divino” lo que cantan, en recuerdo y evocación del “divino” Nacimiento. Sin embargo, Antonio Marti discrepó de tales criterios, estimando que tanto si se trataba de “cantos divinos”, como de señalar a quienes los cantan con aquella designación que vulgarmente se da a los que acudían al Portal de Belén llamándolos “divinos pastores”, al buscar la contracción del nombre en una sola palabra, ésta debía ser “los divinos”.  Una postura intermedia defendió Tomás Montes de Oca, quien, en sus propias palabras, prefería “la voz popular de “Los Divinos” a la, indiscutiblemente, más correcta de Lo Divino”.
    
Uno de los villancicos que, en desde los años 20, interpretan con mayor frecuencia “Los Divinos” o “Lo Divino” es el villancico que lleva su nombre. Sin duda alguna, el villancico más entrañable y popular para todos los canarios, a pesar de que cuenta sólo con unos setenta años de existencia, es el compuesto por Fermín Cedrés Hernández -natural de Tegueste y no de La Laguna, como se suele afirmar- y que Los Sabandeños han interpretado magistralmente. La letra de este villancico, que nació con fines benéficos -instituciones como el Hospital de Niños requerían urgente financiación- pertenece a varias figuras de nuestra poesía, comenzando por Ramón Gil Roldán. Él escribió la estrofa:

“Anuncia nuestro cantar
que ha nacido el Redentor.
La tierra, el cielo y el mar
palpitan llenos de amor”.

A continuación tomó el testigo el cantante de ópera Nestor de la Torre, que incorpora la parte que nos habla de los clarines, las tamboras y el timbal. Ya en la segunda parte entra Santiago Beyró, con los versos:

“Madre del alma
cese tu pena,
calma tu angustia
por Dios, no llores.


Ella bendice
la Nochebuena
los Reyes Magos
y los pastores.
Lucen los valles
blancos corderos
hay regocijo
en las cabañas.
Y los tomillos
y los romeros
llenas de aromas
nuestras montañas.


Pero fue Fermín Cedrés quien plasmó sobre el pentagrama las notas que incorporan el sonido del triángulo, el acompasado toque del bombo y el trino de los pájaros.

Durante el proceso de composición Diego Crosa, el recocido poeta y dibujante, creó unos versos que finalmente fueron omitidos, por razones que desconocemos: “Baña el sol con tintes de oro/ el azul del firmamento/ perlas derrama la aurora/ nace la flor en su centro” .

Los Divinos o Lo Divino  - controversias al margen sobre su denominación-  no cabe duda que forman parte de nuestro acerbo popular,  trovadores de una época, generaron una tradición que afortunadamente empieza a recuperarse.
 http://www.lalagunaahora.com/content/blogcategory/38/126/16/16/

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